21 de mayo de 2012
Lunes de la Séptima Semana de
Pascua
Lecturas de
hoy:
Hechos 19, 1-8 / Salmo 67, 2-7 ¡Canten al Señor, reinos de la tierra!
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Juan 16,
29-33
Sus discípulos le dijeron: "Por fin hablas claro y sin
parábolas.
Ahora conocemos que tú lo sabes todo y no hace falta hacerte
preguntas. Por eso creemos que tú has salido de Dios".
Jesús les respondió: "¿Ahora creen?
Se acerca la hora, y ya ha llegado, en que ustedes se
dispersarán cada uno por su lado, y me dejarán solo. Pero no, no estoy solo,
porque el Padre está conmigo.
Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo
tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo".
Palabra del Señor.
MEDITACION
… «para que
encuentren la paz en mí». La hora de Dios es la hora de la paz. «El Señor
es la paz» (Jueces 6, 24). Es su legado desde siempre (cf. Levíticot 26, 6; Números 25,12; Josué 21, 44; 2 Samuel 2, 7, etc.).
Y los profetas anunciaron que el Mesías, que
provendría de la tribu de Jesé, antepasado de David (cf. Is 11, 1) traería una era de paz (Is 11, 6-9; Os 2, 20). Sin embargo, Jesús aclara que para que se realice esto debemos poner de
nuestra parte (cf. Mt 5, 9; Mc 9, 50; Lc
19, 41-42), porque no es como la que solemos conocer (cf. Jn 14, 27).
Recordemos, además que es uno de los frutos del Espíritu
Santo (cf. Gal 5, 22), por lo que cuando Pablo bautizó y confirmó a los cristianos de Éfeso
(1L) estaba haciendo un aporte para el triunfo de la paz «¡Se alza el Señor!» (Sal) por lo que toda la anti-paz, sus enemigos «se dispersan y sus adversarios huyen
delante de él» (Sal).
Hoy, cuando estamos en la última semana de Pascua y
a unos días de Pentecostés, como bautizados y confirmados, si es el caso,
sintámonos llamados, como diría Francisco de Asís, a ser instrumentos de la paz
del Espíritu Santo.
«¡Gloria a
Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!» (Lc 2, 14). Nos sabemos amados por ti, Señor, y queremos ser cada vez más dignos de
ese amor: danos la disposición a vivir en paz, a crear paz, a trabajar por la
paz, a ser instrumentos de tu paz. Con la fuerza del Espíritu que tu ternura
misericordiosa ha puesto en nosotros. Amén.
Anunciando a
toda la creación la Buena
Nueva de la Paz,
el Amor y la Alegría,
Miguel.
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