Pertenecemos a la Parroquia Santo Cura de Ars, atendida pastoralmente por la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos).

Nos ubicas en Pirámide 565, paradero 11 ½ de Santa Rosa. Comuna de San Miguel, Santiago de Chile.
Nuestras actividades se despliegan durante la semana; nuestra celebración dominical es a las 10:15. Bienvenid@s.





ATENCIÓN

A contar del 1 de Enero de 2013 las Meditaciones diarias del evangelio se encuentran en: http://pazamoryalegria.blogspot.com/

miércoles, 9 de mayo de 2012

Purificados por su Palabra, dar buenos frutos


9 de mayo de 2012
Miércoles de la Quinta Semana de Pascua

Lecturas de hoy:
Hechos 15, 1-6 / Salmo 121, 1-5 Vamos con alegría a la Casa del Señor.

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     15, 1-8
Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Una aclaración previa. Las lecturas a lo largo del año distribuyen los Evangelios y gran parte de los demás libros de la Biblia, en dos grandes bloques: el de todos los días de la semana, que a la vez se subdivide según sea año par o impar; y, por otro lado están las que se usan los Domingo, distribuidas en 3 ciclos (por ejemplo, este año nos corresponde el ciclo B) y también las fiestas. Debido a esa trama que corre paralela se produce el hecho de que a veces, con pocos días, se repiten textos como ocurre con el evangelio de hoy y el del Domingo recién pasado.
Después de ese paréntesis, meditemos este texto iluminado por la primera lectura que este día le acompaña, la que nos cuenta un conflicto en la Iglesia primitiva (“se produjo una agitación”… “discutieron vivamente”), el que se resume en que para algunos, que aún se sentían fieles judíos, era necesario que los que se integraran a las nuevas comunidades pasaran, por ejemplo, por el rito de iniciación de esa religión: la circuncisión. Para otros, entre los que se contaban Pablo y Bernabé, todo eso había sido superado porque ahora Jesús es “la verdadera vid”, que reemplaza a la que los profetas identificaban de esa manera antes: el pueblo de Israel (cf. Is 5, 1-7; Sal 80, 9-20) y la forma de manifestar pertenencia a ella ya no es con ese acto, sino “permaneciendo” unidos a Él como los sarmientos, purificados (o “limpios”, dice Juan) por medio de la Palabra: mantenernos unidos a su Palabra y, por su intermedio, al mismo Dios Verbo (Jn 1, 1.14).
Acojamos el mensaje que purifica nuestras acciones hoy.
Primero, se describe la obra de Dios en el mundo, esto es, la obra del Padre en los hombres, por amor a su Hijo Jesús: “Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía”; a continuación, hay una invitación, “permanezcan”, que es la respuesta deseada a esa obra de Dios, al don de la vida que nos hace Jesús; y concluye con la advertencia del Señor: “si ustedes hacen esto, sucederá esto”. Así nos señala las consecuencias de la obra pascual del Resucitado incorporada en nuestra vida por el “permanecer”, los frutos de la comunión con Jesús (“la gloria del Padre Dios”): que es la oración eficaz (“pidan lo que quieran y lo obtendrán”), el seguimiento (“así sean mis discípulos”) y la misión (“que ustedes den fruto abundante”).

Señor, una vez más debemos reconocer que sin ti no podemos nada. Somos fruto de la mano amorosa del Padre que nos inserta en ti para que seamos una creación nueva en un mundo envejecido por el egoísmo. Concédenos, Señor, abrirnos al don de tu vida, para que ella nos inunde completamente y rebose de tal manera que nuestra presencia en el mundo, como personas y como comunidades, sea un testimonio que atraiga a todos hacia ti y se realice tu obra de vida, de amor, de justicia y de paz en el mundo. Amén.

Unido al Árbol de la Vida para poder dar frutos de Paz, Amor y Alegría,
Miguel.

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