10 de mayo de 2012
Jueves de la Quinta Semana de
Pascua
Lecturas de
hoy:
Hechos 15, 7-21 / Salmo 95, 1-3. 10 Anuncien las maravillas del Señor entre los pueblos
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Juan 15,
9-11
Jesús dijo a sus discípulos:
«Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes.
Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor,
como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese
gozo sea perfecto.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Ayer, en la primera lectura, se relataba que cuando
Pablo y Bernabé contaban la “conversión de los paganos. Esto causó una gran
alegría a todos los hermanos” (Hech 15, 3). Este día la liturgia nos trae la continuación del relato, donde cuenta
el llamado Concilio de Jerusalén, reunido para decidir cómo tratar a las
personas que se integraban a la
Iglesia y no provenían del judaísmo. Las palabras de Pedro
son contundentes, nos transmiten el perfecto gozo del Señor y siguen resonando
para nosotros hoy: “somos salvados por la
gracia del Señor Jesús”. Trayéndonos con esto a la memoria y al corazón que
“Dios no hace acepción de personas” (Rm 2, 11), sino que su salvación es universal, porque
todos somos hijos de Dios por la fe en Cristo sin importar raza, condición
social o género (cf. Gal 3, 26-28).
“Somos hijos”, es decir, estamos unidos por lazos
fraternales, más que formales, donde quien ha puesto el amor es la fuente misma
de éste (1 Jn 4, 8; Rm 5, 5), y “este amor no consiste en que
nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su
Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados” (1 Jn 4, 10).
Es maravilloso saber que Jesús fue enviado para
amarnos de la manera que el Padre lo amó a Él mismo. ¿Te imaginas? Ser amado de la manera
generosa, potente, fecunda, hasta dar la vida (Jn 15, 13) con que Dios ama. Creo que es inimaginable,
pero después de eso resuena fuerte el mensaje también de Juan: “si Dios nos amó
tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros” (1 Jn 4, 11).
¡Cantemos al Señor, bendigamos su nombre, anunciemos
sus maravillas!. Nunca dejaremos de asombrarnos ni valoraremos suficientemente,
Padre, cuánto nos has amado, nos amas y nos amarás, porque como eterno eres,
eterno es tu amor. Gracias por el regalo de amor concreto que es tu propio Hijo
en nuestra vida. Gracias por el Espíritu Santo que derrama amor en nuestros
corazones. Gracias por todos los testigos de tu amor en la historia. Gracias
por darnos la posibilidad de amar también. Por estas y todas las otras gracias
con que has adornado nuestra existencia, bendito seas, Señor.
Unido al Árbol
de la Vida para
poder dar frutos de Paz, Amor y Alegría,
Miguel.
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