7 de mayo de 2012
Lunes de la Quinta Semana de
Pascua
Lecturas de
hoy:
Hechos 14, 5-18 / Salmo 113b, 1-4. 15-16 No nos glorifiques a nosotros, Señor: glorifica
solamente a tu Nombre.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Juan 14,
21-26
Jesús dijo a sus discípulos:
«El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que
me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré
a él.»
Judas -no el Iscariote- le dijo: «Señor, ¿por qué te vas a
manifestar a nosotros y no al mundo?»
Jesús le respondió: «El que me ama será fiel a mi palabra, y
mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel
a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me
envió.
Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes.
Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les
enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
El evangelio de hoy comienza a prepararnos para
acoger el acontecimiento de Pentecostés en nuestra vida de fe.
Será el
Espíritu Santo quien “les enseñará todo y
les recordará lo que les he dicho”.
O lo es, en nuestro caso. Así ha sido para que éstas
permanezcan como “palabras de Vida eterna” (cf. Juan 6, 68), a las que debemos ser
fieles, si queremos honrar el amor que Dios nos tiene.
Entre las cosas que les recordará (o nos recuerda,
insistamos en aplicarlo a nuestro presente) está el no vanagloriarse por los
resultados de su misión (cf. Mc 13,
11; Lc 17, 10), como podría haberle sucedido a Pablo y
Bernabé, si el Espíritu no hubiese actuado en ellos, cuando la gente quería
adorarlos como dioses a causa de lo que realizaban, según nos relata la primera
lectura: “les costó mucho impedir que la
multitud les ofreciera un sacrificio”.
Nosotros que rezamos, al menos cada Domingo, “Creo
en el Espíritu Santo”, ¿creemos y confiamos en su acción en medio nuestro?
¿sentimos y aceptamos que las buenas cosas que podamos hacer se producen más
allá de nuestras capacidades limitadas, por lo que claramente deben provenir de
Él? ¿pedimos su auxilio en los momentos de prueba y le agradecemos cuando
misteriosamente se nos despeja el panorama complejo?
Santo Espíritu de Dios, ponemos a tu disposición las
capacidades que tú mismo pusiste en nosotros, para que produzcas los frutos que
deseas, haciendo brillar nuestra pobreza con toda tu riqueza. No nos
glorifiques a nosotros, Señor: glorifica solamente a tu Nombre, por tu amor y
tu fidelidad. Amén.
Unido al Árbol
de la Vida para poder
dar frutos de Paz, Amor y Alegría,
Miguel.
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