Pertenecemos a la Parroquia Santo Cura de Ars, atendida pastoralmente por la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos).

Nos ubicas en Pirámide 565, paradero 11 ½ de Santa Rosa. Comuna de San Miguel, Santiago de Chile.
Nuestras actividades se despliegan durante la semana; nuestra celebración dominical es a las 10:15. Bienvenid@s.





ATENCIÓN

A contar del 1 de Enero de 2013 las Meditaciones diarias del evangelio se encuentran en: http://pazamoryalegria.blogspot.com/

miércoles, 2 de mayo de 2012

Escuchemos la palabra que hay que cumplir para la Vida


2 de mayo de 2012
Miércoles de la Cuarta Semana de Pascua

Lecturas de hoy:
Hechos 12, 24—3, 5 / Salmo Sal 66, 2-3.5-6.8 ¡Que los pueblos te den gracias, Señor!

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     12, 44-50
Jesús exclamó:
«El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió. Y el que me ve, ve al que me envió.
Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas. Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo.
El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día. Porque yo no hablé por mí mismo: el Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar; y yo sé que su mandato es Vida eterna. Las palabras que digo, las digo como el Padre me lo ordenó.»
Palabra del Señor.

MEDITACION
“La Palabra de Dios se difundía incesantemente”, leemos en Hechos. Como sabemos, siguió siendo así por siglos y ya dos milenios hasta llegar a millones de personas, incluidos nosotros. Y será ese anuncio claro de la voluntad del Padre el parámetro del juicio en el último día. Es como ir al examen de grado con las preguntas y respuestas conocidas de antemano.
Recordemos cuál es ese anuncio, esa palabra que hay que cumplir:
1. “Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna” (Jn 3, 16), pero, advierte Jesús, que no hay que temer, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo, como le informó el Ángel a José “él salvará a su Pueblo de todos sus pecados” (Mt 1, 21) y lo reafirma Pablo: “porque él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2, 4);
2. Había que hacer llegar al conocimiento de esta verdad a todos, con una opción preferencial por los marginados, los que en su tiempo eran considerados fuera de la comunidad elegida: publicanos y pecadores. Es decir, aquellos que nos sabemos necesitados del amor de Dios, sin tener ningún merecimiento para eso, en contraposición con los que no necesitan su perdón, porque se sienten perfectos (cf. Lc 18, 9-14), porque “"No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores"” (Mt 9, 12-13). Esa es la luz que resplandece disipando las tinieblas del error y el terror con respecto a la verdadera imagen de Dios Padre;
3. La misericordia que Dios quiere como sacrificio auténtico, lo que le ordenó “que debía decir y anunciar” es la respuesta a nuestra inquietud cuando nos damos cuenta de la magnitud de su amor y nos preguntamos: “¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo?” (Sal 116, 12). Dice la primera carta de Juan en su capítulo 4: “si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros” (v.11), porque “¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve?” (v. 20). Es lo que quiso dar a entender el Señor cuando se le preguntó cuál sería el más importante entre la gran cantidad de mandamientos de su religión. A lo que Jesús, como todo buen judío, recita: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu”, pero, agregó, existe uno que es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (cf. Mt 22, 34-39). Y, para dejar claro que no hay límites acerca de quién es el prójimo cuenta la parábola del Buen Samaritano, que era como decir el “enemigo bueno”, donde fue éste y no los hermanos de sangre del herido quien “se portó como prójimo” del que estaba en necesidad, transformándose en modelo del que quiera “heredar la vida eterna” (cf. Lc 10, 25-37). Y, para mayor abundamiento, Él mismo se identifica con el necesitado de amor entre nosotros… (cf. Mt 25, 37-40).
Entonces, cuando hemos logrado aproximarnos al ideal de amarnos de la misma manera que Jesús-Dios nos ha amado (cf. Jn 13, 34), hemos sido salvados: nos salvamos del egoísmo que es parte de nuestra naturaleza herida y que hace tanto daño a nuestra alma, heredando la vida en abundancia (cf. Jn 10, 10), que es la Vida eterna ya en potencia desde hoy.

Que canten de alegría las naciones, Señor, porque gobiernas a los pueblos con justicia y guías a los hombres y mujeres que los forman con tu Palabra y tu luz hacia la Vida plena y buena en que reine el amor, la fraternidad y la solidaridad. Gracias, Señor

Paz, Amor y Alegría para tu día y tu vida.
Miguel.

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