1 de mayo de 2012
Martes de la Cuarta Semana de
Pascua
Lecturas de
hoy:
Hechos 11, 19-26 / Salmo Sal 86, 1-7 Alaben al Señor, todas las naciones.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Juan 10,
22-30
Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era
invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón.
Los judíos lo rodearon y le preguntaron: «¿Hasta cuándo nos
tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente.»
Jesús les respondió: «Ya se lo dije, pero ustedes no lo
creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero
ustedes no creen, porque no son de mis ovejas.
Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me
siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará
de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede
arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Para los que ponen su
fe en el Señor, “Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman”
(Rom 8, 28). Se comprueba todo el tiempo que hasta de lo malo saca cosas buenas
el Señor. La primera lectura de hoy, por ejemplo, nos cuenta que la persecución
contra la Iglesia
primitiva, posterior al martirio de Esteban, causó la expansión de la Iglesia. Tan importante
fue aquél suceso que se nos da el dato significativo de que fue en la lejana
región de Antioquia “donde por primera
vez los discípulos recibieron el nombre de «cristianos»”
Todo eso ocurría
porque “La mano del Señor los acompañaba
y muchos creyeron y se convirtieron”. Pero en el evangelio conocemos qué
sucede cuando la gente “no se acerca a la luz” (cf. Juan 3, 20), se resiste a
pertenecer a “sus ovejas”: no creen
en las obras luminosas que realiza Jesús, no quieren creer que Él y el Padre
son “una sola cosa”, por lo que
permanecen en la inquietud y el suspenso.
Entonces,
preguntémonos hoy, viviendo ya la cuarta semana de Pascua, no de palabra, sino
en gestos y actos concretos, ¿somos de los llamados cristianos, que se dejan
impulsar por “la mano del Señor”, aún en las dificultades, capaces de decir
como el salmista “Todas mis fuentes de
vida están en ti”? O ¿somos de los que no logramos convencernos de que Él
es el Mesías, el esperado, el ungido, el enviado a hacer las obras de Dios en
nuestras vidas?
Señor, sabes que
creemos, pero aumenta nuestra fe, para que confiemos nuestra vida al hecho de
que nos das Vida eterna; no pereceremos jamás y nadie nos arrebatará de tus
manos. Para que, respaldados en tu amor, salgamos a anunciar, de palabra y obra,
tu Buena Noticia, de tal manera que quienes nos vean y escuchen, nos califiquen
con respeto como Cristianos.
Paz, Amor y
Alegría para tu día y tu vida.
Miguel.
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