PREPAREMOS EL PROXIMO DIA DEL SEÑOR
8 de abril de 2012
DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN
Lecturas de hoy:
Hechos 10, 34a.37-43 / Salmo Sal 117, 1-2. 16-17. 22-23 Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él. / Colosenses 3, 1-4
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 20, 1-9
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Hoy podemos tener como “música de fondo” para meditar este evangelio la antífona del Salmo correspondiente: “Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él”. Este es el gran día inaugural de la nueva creación. “La muerte y la vida se enfrentaron en un duelo admirable: el Rey de la vida estuvo muerto, y ahora vive”, canta la Secuencia.
Pero hay un caminar humano para llegar a este momento. Es impresionante por lo precisa la frase de Pedro (1L) para resumir la vida en acción de Jesús: “pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él”. Nos está hablando un testigo de todo eso, también de este acontecimiento que nos relata el evangelio. Un testigo que, es bueno no olvidarlo, pasó por su propio calvario –como hemos hecho memoria en estos días previos- luego de negar vilmente, y previo a ser advertido, a su Señor. Pero que salió de esa muerte –misericordia y reconciliación mediantes, es decir, “curado después de haber caído en poder del demonio”-, resucitando para transformarse en la piedra sobre la cual se edificará la asamblea de los creyentes (cf. Mt 16, 18) y ser, además, quien tendrá la responsabilidad de confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22, 32).
Nosotros también hemos pasado por el pecado y, aún así, el Señor nos confía una misión particular: ser testigos de su amor en el lugar y la condición en que nos encontremos (ejemplos: ser padre/madre; marido/esposa; hijo/a; jefe/a; vecino/a; dirigente social; encargado/a de comunidad; trabajador/a… etc.), lo que debemos cumplir con su auxilio y con todo nuestro empeño agradecido al Señor, en quien nos alegramos y regocijamos.
Tu mano, Señor, es sublime, tu mano hace proezas. ¡Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque es eterno tu amor!
Paz, Amor y Alegría para tu día y tu vida.
Miguel.
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