19 de abril de 2012
Jueves de la Segunda Semana de Pascua
Lecturas de hoy:
Hechos 5, 27-33 / Salmo Sal 33, 2 y 9. 17-20 El pobre invocó al Señor, y él lo escuchó.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 3, 31-36
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra. El que vino del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz.
El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos. El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Quienes tenemos la gracia de ser padres, hemos vivido la experiencia de que cuando nuestros hijos nos enorgullecen, sentimos “más amor” por ellos. Haciendo un paralelo, con la debida prudencia y guardando las proporciones, uno se imagina al Padre Dios tan contento con la fidelidad de su Hijo que “ha puesto todo en sus manos”, si lo vemos desde la perspectiva pascual en este período litúrgico que vivimos.
Pero el testigo fiel (cf. Apoc. 1, 5), quien “se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz” (Filp 2, 7-8), porque “no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud” (Mt 20, 28), como se reveló Jesús Nazareno, también llenó de admiración a sus discípulos, con su forma valiente de morir (y también de vivir) al punto de darles valor para enfrentar a las autoridades y “obedecer a Dios antes que a los hombres”, si su orden significaba no seguir las instrucciones del Resucitado, acerca de anunciar el evangelio por todo lugar.
Nosotros, no me canso de recordarlo en estas meditaciones, hemos recibido la misma misión, porque “somos ciudadanos del cielo” (Filp 3, 20), así que no debemos quedarnos sólo con “hablar de la tierra”, porque estamos llamados a dar testimonio de lo que hemos visto y oído, aunque (pese a que y con mayor razón si) la Palabra de Vida no le gusta a los poderosos, porque el Señor también nos dijo: “No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma” (Mt 10, 28). “¡Sean fuertes y valientes! No tengan miedo ni tiemblen ante ellas. Porque el Señor, tu Dios, te acompaña, y él no te abandonará ni te dejará desamparado” (Deuteronomio 31, 6).
Cuando clamamos a ti, Señor, nos escuchas y nos libras de todas las angustias. Por eso te pedimos que nos inflame tu amor, para que nos llenemos de valor para proclamarte y que miremos tus ojos bondadosos y no los de aquéllos que se oponen al Reino. ¡Felices los que en se refugian en ti, Señor!
Paz, Amor y Alegría para tu día y tu vida.
Miguel.
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