27 de abril de 2012
Viernes de la Tercera Semana de
Pascua
Lecturas de
hoy:
Hechos 9, 1-20 / Salmo Sal 116, 1-2 Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Noticia
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Juan 6,
51-59
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan
vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo".
Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este
hombre puede darnos a comer su carne?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la
carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El
que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el
último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la
verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo
en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene
Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus
padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente".
Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.
Palabra del Señor.
MEDITACION
El evangelio nos trae las palabras más contundentes
del Señor acerca de la verdad de la Eucaristía. Tan claras que cuesta entender cómo
algunas confesiones que utilizan la
Biblia parecen repetir las palabras de los judíos opositores
de Jesús: “¿Cómo este hombre puede darnos
a comer su carne?”.
Pero, como debemos hacernos responsables de nuestras
creencias y no de las de otros, para nuestra meditación propondré aprovechar la
oportunidad que nos otorga la liturgia de poner en paralelo con este discurso
la conversión de san Pablo en la primera lectura, a quien el Señor llama, tal
como llegó a ser, “un instrumento elegido
por mí para llevar mi Nombre a todas las naciones”. Es llamativo, al
respecto, que de él provenga el testimonio más antiguo que tenemos respecto a la Cena del Señor (cf. 1 Cor 11, 23-25).
Hay signos interesantes en lo vivido por Pablo
después del derribamiento desde el caballo, al estar “tres días sin ver, y sin comer ni beber” y, después de que
Ananías, en nombre de Jesús, le sana el alma imponiéndole las manos, “recobró la vista” (cree), “se levantó y fue bautizado” (ingresa a
la comunidad), “después comió algo”
(entra en comunión con la
Iglesia: comulga) “y
recobró sus fuerzas” (es renovado). Finalmente, vive comunitariamente su fe
y fortalecido, comienza su camino misionero: “Saulo permaneció algunos días con los discípulos que vivían en
Damasco, y luego comenzó a predicar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de
Dios”.
Ha comenzado una nueva vida o, dicho de otra
manera, “tiene Vida eterna”, como ocurre
con el que, en palabras del Maestro, “come
mi carne y bebe mi sangre”.
¡Alaben al Señor, todas las naciones, glorifíquenlo,
todos los pueblos! Porque es inquebrantable su amor por nosotros, y su
fidelidad permanece para siempre. Nos regala su propio cuerpo y su propia
sangre para que, alimentados de su fuerza poderosa, construyamos eternidad.
Paz, Amor y
Alegría para tu día y tu vida.
Miguel.
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