14 de abril de 2012
Sábado de la Octava de Pascua
Lecturas de hoy:
Hechos 4, 13-21 / Salmo Sal 117, 1. 14-16. 18-21 Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 16, 9-15
Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios. Ella fue a contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban. Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron.
Después, se mostró con otro aspecto a dos de ellos, que iban caminando hacia un poblado. Y ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero tampoco les creyeron.
En seguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado. Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
No debemos ser demasiado severos con los apóstoles. ¿Quién podría creer semejante noticia?. Honestamente, por más que te lo aseguraran varias personas, en su lugar ¿lo habrías creído tú?. Es más, recordemos que la propia palabra “resucitar” se creó para esta situación puntual: ni siquiera existía, ni la palabra ni el concepto.
Pero hoy, en este día de abril de 2012, con todos los testimonios de vida que hemos podido conocer a lo largo de la historia, “asombrados de la seguridad con que Pedro y Juan hablaban, a pesar de ser personas poco instruidas y sin cultura” (igual que en la primera lectura), con todas las personas que a lo largo de tu existencia te han dado razón de su fe, ¿tú crees que aquel Jesús de Nazaret, de profesión carpintero, hijo de José y María, después de morir violentamente, resucitó, con lo que se manifestó como Hijo único de Dios y hoy está vivo, para poder decir a su respecto “El Señor es mi fuerza y mi protección”, como canta el Salmo? .
Hasta ahí, probablemente, has podido responder “sí, creo”. Eso está bien. Pero para que además sea bueno es necesario ir bastante más allá y preguntarse también ¿en qué se nota, qué frutos produzco, de qué le sirve a los demás que yo crea en Cristo?. Claro, porque en el encuentro con sus discípulos (que son signo de los creyentes) una vez que queda despejado el tema de la duda, o la confirmación de su fe, les da una misión: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.». Desde entonces, son Apóstoles o enviados.
Así mismo ha ocurrido contigo, porque es la vocación de cada bautizado, de cada uno de los que decimos creer en Él y estamos celebrando este tiempo de Pascua: ir por todo el mundo (nuestro mundo pequeño que es el propio hogar y el mundo más grande de los distintos ambientes donde nos toca desenvolvernos) y anunciar (no de palabra solamente, como sabemos que hicieron estos Once, que después se multiplicaron inmensidad de veces, sino con gestos de amor) la Buena Noticia (o Evangelio en griego) de la Misericordia infinita de Dios con cada uno de los seres creados por Él.
Señor Jesús, que nos quieres en camino, yendo por todo lugar anunciando que estás vivo y regalando tus dones a diario y universalmente, para que toda la creación viva feliz, como la quiso el Padre al comienzo, te pedimos alimentes las capacidades que has puesto en nosotros para esta tarea y nos auxilies en las dificultades que encontremos, particularmente aquellas que nos pone nuestra propia naturaleza egoísta. Así sea.
Paz, Amor y Alegría para tu día y tu vida.
Miguel.
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