25 de marzo de 2012
Quinto Domingo de Cuaresma
Lecturas de hoy:
Jeremías 31, 31-34 / Salmo 50, 3-4. 12-15 Crea en mí, Dios mío, un corazón puro. Hebreos 5, 7-9
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 12, 20-33
Entre los que habían subido para adorar durante la fiesta, había unos griegos que se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: «Señor, queremos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús. El les respondió:
«Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado.
Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.
El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna.
El que quiera servirme que me siga, y donde Yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.
Mi alma ahora está turbada. ¿Y qué diré: "Padre, líbrame de esta hora"? ¡Si para eso he llegado a esta hora! ¡Padre, glorifica tu Nombre!»
Entonces se oyó una voz del cielo: «Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar.» La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel.»
Jesús respondió: «Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes. Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera; y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
“Llegarán los días -oráculo del Señor- en que estableceré una nueva Alianza… la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo” anuncia el Señor por medio del profeta Jeremías.
Para comenzar a “crear en nosotros un corazón puro” digno de esa Alianza, Jesús, el nuevo Adán de esa nueva humanidad (cf. Rom 5, 12-21) con la que se realizará la nueva Alianza, nos enseñará con su propio ejemplo a ser obedientes al Padre y servidores de nuestros hermanos, ya que en palabras de Pablo “aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer”; y, como no vino para ser servido, sino para servir (cf. Mt 20, 28), entregará su vida hasta el extremo, como el grano de trigo, que no se guarda para sí, turbado pidiendo ser librado del sacrificio, sino que muriendo dio frutos de vida eterna.
Así llegaron los días y llegó la hora exacta en que la Palabra se cumplió, el Príncipe de este mundo pudo ser expulsado y todos fuimos atraídos hacia el que fue exaltado como hijo predilecto del Padre.
Señor, te pedimos que nos renueves y no retires de nosotros tu Santo Espíritu, para que, con toda tu vitalidad, nuestra pobre semilla dé frutos de amor, obediencia, servicio y fraternidad. Para que los que están lejos, encuentren el camino para volver a ti. Para tu mayor Gloria, Padre Dios.
Paz, Amor y Alegría para tu día y tu vida.
Miguel.
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