24 de marzo de 2012
Sábado de la Cuarta Semana de Cuaresma
Lecturas de hoy:
Jeremías 11, 18-20 / Salmo 7, 2-3. 9bc-12 ¡Señor, Dios mío, en ti me refugio!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 7, 40-53
Algunos de la multitud que lo habían oído, opinaban: «Este es verdaderamente el Profeta.» Otros decían: «Este es el Mesías.» Pero otros preguntaban: «¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?» Y por causa de él, se produjo una división entre la gente. Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él.
Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: «¿Por qué no lo trajeron?»
Ellos respondieron: «Nadie habló jamás como este hombre.»
Los fariseos respondieron: «¿También ustedes se dejaron engañar? ¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él? En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita.»
Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo: «¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?»
Le respondieron: «¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta.»
Y cada uno regresó a su casa.
Palabra del Señor.
MEDITACION
No hay peor ciego que el que no quiere ver, juzga el dicho popular.
El argumento principal, nos cuenta Juan en el evangelio, para no creer en –o no creerle a- Jesús, es cuestionar de donde proviene. No tenía importancia que se diga que “nadie habló jamás como este hombre”. Se percibe además un rencor contra el Señor y su “éxito” con las multitudes y, como sabemos, pasarán a la acción, una acción violenta . Perfectamente se les podrá aplicar las intenciones graficadas en las palabras de Jeremías, de la primera lectura: “¡Destruyamos el árbol mientras tiene savia, arranquémoslo de la tierra de los vivientes, y que nadie se acuerde más de su nombre!”.
Preguntémonos hoy si no nos habrá ocurrido también a nosotros que el Señor haya puesto en nuestro camino, alguna vez o más de una vez, a alguien para hacernos llegar un mensaje importante y, sin embargo, lo hemos desechado (y por lo tanto hemos perdido la maravillosa oportunidad) porque no nos satisfizo el mensajero: era muy humilde, muy pobre, inferior intelectualmente…etc.
Dios quiera que no le hayamos dado además un trato injusto al enviado…
Tú que sondeas las mentes y los corazones, tú que eres un Dios justo, sabes que en nuestro corazón existen esas contradicciones y conoces demasiado bien nuestras miserias, por eso te pedimos perdón por las ocasiones en que hemos sido obcecados ante tus mensajeros y esperamos nos sanes para llegar a ser rectos de corazón, como tu amor quiere de nosotros.
Paz, Amor y Alegría para tu día y tu vida.
Miguel.
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