Con el corazón despejado de rencores, nuestras plegarias son escuchadas

28 de febrero de 2012

Martes de la Primera Semana de Cuaresma

Lecturas de hoy:

Isaías 55, 10-11 / Salmo 33, 4-7. 16-19 El Señor libra a los justos de todas sus angustias.

+ EVANGELIO de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     6, 7-15

«Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.

Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.

Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.»

Palabra del Señor.

MEDITACION

Pese a nuestra costumbre, ésta no es una fórmula, un rezo, sino un esquema para inspirar nuestra conversación con Dios, que nos hace muy bien tener presente en esta Cuaresma, cuando somos llamados a reforzar nuestra oración.

Si ponemos atención, o si meditamos lo que estamos diciendo, vamos descubriendo cómo era la oración de Jesús a su Padre, que es Padre de todos, Padre nuestro: qué debemos decirle, qué pedirle y cuál debe ser nuestra disposición al orar.

Podemos resaltar, entre otras cosas, los versículos finales: sólo si perdonan, el Padre a su vez les perdonará… Y, como nos toca vivir un tiempo en que todas las opiniones parecen ser equivalentes, el Señor en la primera lectura nos advierte: “la palabra que sale de mi boca no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé”. Es decir, tú que buscas su perdón, empieza por perdonar.

Pero también tenemos la “advertencia” de que Su voluntad se realiza, por lo que, podemos decir, como el salmista:”Busqué al Señor: él me respondió y me libró de todos mis temores. Este pobre hombre invocó al Señor:  él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. Los ojos del Señor miran al justo y sus oídos escuchan su clamor”. Es decir, si tenemos un diálogo franco con Dios, con el corazón despejado de rencores con los hermanos, podemos confiar en que seremos escuchados en nuestras plegarias.

Como te dijeron los discípulos en su tiempo, Señor, enséñanos a orar. Permanentemente. Acerca nuestro corazón al tuyo y guíanos por los senderos necesarios para mejorar nuestra comunicación contigo. Amén.

Paz, Amor y Alegría para tu día y tu vida.

Miguel.