El 8° Domingo durante el año, la Liturgia en nuestra comunidad fue presidida por el ministro Dionisio.
Comenzando su comentario del Evangelio, se preguntó si a veces renegamos de Dios. Y respondió que nos sucede en los momentos de aflicción, cuando nos embarga el dolor, porque, como dice la Escritura somos “hombres de poca fe”.
Una hermana que durante la semana se dio cuenta que la fe podía flaquear al enfrentarse a una serie de problemas, lo que la llevo hasta el llanto, pero la ayudó el recibir el apoyo y la oración de sus amigas. Eso le dio fuerzas.
Tomándose de eso, el ministro nos dijo que la fe requiere ser fuerte y constante, pero insistiendo en que cuando nos sucede algo, debemos preguntarnos y preguntarle a Dios por qué ocurre, y se nos irá aclarando la respuesta. Por ejemplo, cuando se nos va un ser querido. En la aflicción, el apoyo, el aliento, una palabra del otro nos ayudará.
Por eso, debemos sentir esto como tarea de todos, sin excepción.
Con fe fuerte, apoyada en Él, con ganas de vivir, con alegría, pedirle al Señor que nos acompañe, que Él sea nuestro consuelo y nuestro apoyo; y a la vez, ser buenas personas, de buen corazón, para que el otro se sienta bien. Porque seguir al Señor cuesta, pero se puede.
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.