Para cambiar la forma de relacionarnos entre nosotros

En este 6° Domingo durante el año, nuestra Liturgia fue presidida por el ministro Miguel.

Después de la proclamación de las lecturas del día, preguntó acerca del mensaje que nos dejaban. Las distintas intervenciones se podrían resumir en la conciencia de la dificultad que significa vivir según los criterios del Señor.

Luego, el ministro dijo que él veía dos elementos que destacar en el Evangelio (Mateo 5, 20-22.27-28.33-34.37) y estaban en sintonía con lo que la Asamblea planteó .

El primero es reconocer que nadie está libre de pecar, ya que todos, en mayor o menor medida, nos hemos irritado contra nuestro hermano, hemos mirado con deseo a una persona del otro sexo y hemos dejado de cumplir nuestra palabra. Lo otro, es que, habiendo reconocido que eso es así, acoger la misericordia de Cristo que viene para los pecadores, es decir, para nosotros.

Nos explicó que el Señor no viene a cambiar los mandamientos como los conocemos, sino que viene a darles profundidad, a enseñarnos el sentido último que tenían en la intención de Dios, porque cumplir los mandamientos lo hace “hasta una silla”, debido a que las sillas no matan, no juran en falso, etc. Lo que Dios espera de sus hijos es que aprendamos a ver al otro con respeto, que cambiemos la forma de relacionarnos entre nosotros. Porque si lo respetamos, por cierto, no lo mataremos, ni le mentiremos, ni veremos a la mujer como objeto sexual, sino como persona.

Posteriormente, nos hizo ver la relación entre los distintos textos de la liturgia de hoy: en el Eclesiástico (15,15-20) dice “Si quieres, puedes observar los mandamientos y cumplir fielmente lo que le agrada al Señor.”, es decir, está sometido a nuestra voluntad; luego en el Salmo (118, 1-2.4-5.17-18.33-34) “¡Ojalá yo me mantenga firme

en la observancia de tus preceptos!”, para seguir con la segunda lectura (1ª. Corintios 2, 6-10), diciendo que todo esto que hemos conversado “es una sabiduría de Dios, misteriosa y secreta, que Él preparó para nuestra gloria antes que existiera el mundo”, para terminar con la exhortación del Evangelio: “Cuando ustedes digan «sí», que sea sí, y cuando digan «no», que sea no".” Preguntándonos ¿cuántas veces decimos “sí”, sin hacernos responsables por lo que nos hemos comprometido? Y ¿cuántas otras veces no podemos decir “no”, y mantenernos firmes en ello, ante las muchas tentaciones del mundo?.

Finalmente, nos invitó a pedirle al mismo Señor la fortaleza, el ánimo y la sabiduría para poder vivir de acuerdo a estas enseñanzas que Él nos da.

Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.