24 de diciembre de 2012
Lunes de la Cuarta Semana de
Adviento
Lecturas:
II Samuel 7, 1-5.
8-12. 14. 16 / Salmo 88, 2-5. 27. 29 Cantaré eternamente tu amor, Señor.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 67-79
Zacarías, el padre de Juan, quedó lleno del
Espíritu Santo y dijo proféticamente:
«Bendito sea el Señor, el Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su Pueblo, y nos ha dado un poderoso Salvador
en la casa de David, su servidor, como lo había anunciado mucho tiempo antes
por boca de sus santos profetas, para salvarnos de nuestros enemigos y de las
manos de todos los que nos odian. Así tuvo misericordia de nuestros padres y se
acordó de su santa Alianza, del juramento que hizo a nuestro padre Abraham de
concedernos que, libres de temor, arrancados de las manos de nuestros enemigos,
lo sirvamos en santidad, y justicia bajo su mirada, durante toda nuestra vida.
Y tú, niño, serás llamado Profeta del
Altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer
conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados; gracias a
la misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita
del Sol naciente, para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra
de la muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
En vísperas de las fiestas de Navidad,
podemos proclamar con Zacarías: «Bendito
sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su Pueblo, y
nos ha dado un poderoso Salvador», «Porque tú has dicho: “Mi amor se mantendrá
eternamente,
mi
fidelidad está afianzada en el cielo”» (Sal),
refiriéndose a cuando selló su alianza con David: «yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá
de tus entrañas, y afianzaré su realeza. Seré un padre para él, y él será para
mí un hijo» (1L).
«Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan
en cantos jubilosos» (Sal
97,). Y vivamos lo que queda del Adviento (y lo que a cada
uno nos quede de vida) con esa Alegría, manifestada en Amor a los hermanos,
dejando guiar nuestros pasos por el camino de la Paz.
Por tu misericordiosa ternura, el regalo
de la salvación y tu luz que disipa las oscuridades de nuestra existencia,
gracias, Señor.
Expectantes
ante la llegada del Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.
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