6 de diciembre de 2012
Jueves de la Primera Semana de
Adviento
Lecturas:
Isaías 26, 1-6
/ Salmo 117, 1. 8-9. 19-21.
25-27 ¡Bendito el que viene en nombre del
Señor!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 7, 21. 24-27
Jesús dijo a sus discípulos:
«No son los que me dicen: "Señor,
Señor", los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen
la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Así, todo el que escucha las palabras que
acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que
edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes,
soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque
estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y
no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa
sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los
vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Seguimos configurando nuestra vida con
el Adviento. Hoy el Señor advierte con firmeza que a las palabras se las lleva
el viento o, más aún, en este caso, pueden ser arrasadas por las lluvias, los
aluviones y los vientos tempestuosos. Para que no olvidemos que de eso habrá
mucho siempre.
Es que la Palabra de Dios puede cambiar
el mundo (de hecho ya lo ha cambiado, más de una vez). Debido a eso a aquellos
a los que el mundo los trata muy bien, no les gusta la idea de que se lo
modifiquen y harán lo que esté en sus manos por evitarlo. Pero no hay que
asustarse ya que «El doblegó a los que
habitaban en la altura, en la ciudad inaccesible; la humilló hasta la tierra,
le hizo tocar el polvo. Ella es pisoteada por los pies del pobre, por las
pisadas de los débiles.» (1L).
Recordemos la afirmación del Maestro (el
pobre y débil) frente a Pilato (el representante de los que habitan en la
altura) hace unos domingo: «El que es de
la verdad, escucha mi voz» (Jn 18,37). Sintámonos llamados,
entonces, a cumplir la voluntad del Padre de los cielos, contra los designios
de los poderosos, cuando no están en consonancia con el Reino que esperamos y
el Señor ama, para que así, cada vez más personas puedan decir: «¡Bendito el que viene en nombre del Señor!»
(Sal).
Danos el valor y sabidurías necesarios
para que nuestra acción justa y solidaria, sea manifestación de que somos de la
verdad; que eso sirva para que nuestros hermanos también quieran oír tu voz y
hacer la voluntad de tu Padre y, así, vayamos construyendo tu Reino, el mismo
que esperamos llegue en plenitud al final del Adviento de la Humanidad. Así
sea.
Ven pronto,
Señor de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.
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