24 de noviembre de 2012
Sábado de la Trigésima Tercera
Semana Durante el Año
Lecturas:
Apocalipsis 11,
4-12 / Salmo 143, 1-2. 9-10 Bendito
sea el Señor, mi Roca.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 20, 27-40
Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que
niegan la resurrección, y le dijeron: «Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si
alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle
descendencia, se case con la viuda. Ahora bien, había siete hermanos. El
primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y
luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente,
también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya
que los siete la tuvieron por mujer?»
Jesús les respondió: «En este mundo los
hombres y las mujeres se casan, pero los que sean juzgados dignos de participar
del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán. Ya no pueden morir,
porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la
resurrección.
Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha
dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de
Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Porque él no es un Dios de
muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él.»
Tomando la palabra, algunos escribas le
dijeron: «Maestro, has hablado bien.» Y ya no se atrevían a preguntarle nada.
Palabra del Señor.
MEDITACION
La buena noticia de hoy es recordarnos
que el nuestro «no es un Dios de muertos, sino de
vivientes», un Dios que ama la vida, un Dios que
quiere la vida plena, un Dios que da la vida…
Por eso, viendo que sus amados hijos nos
debatíamos en el egoísmo, la traición y la injusticia de unos contra otros, es
decir, en las distintas expresiones de la muerte en vida, envió a su Hijo, para
darle más vida a la vida, porque desde ese momento nuestra vida mortal se
revistió de divinidad, llenándola de amor, fidelidad y lealtad. Consecuencia
lógica de todo esto es la Resurrección. Cuando el Señor, «mi bienhechor y mi fortaleza, mi baluarte y mi libertador» (Sal), se involucra en algo, no lo hace a medias, sino, por el contrario lo
lleva a su plenitud.
A los que están caídos, porque los
venció la muerte, «un soplo de vida de
Dios entró en ellos y los hizo poner de pie» (1L). «Todos,
en efecto, viven para él».
Porque nos das vida buena, bella y
plena; porque nos regalas la capacidad de dar vida a nuestra vez, porque
inspiras nuestras acciones para mejorar la vida de otros, gracias, Señor.
Preparándonos
para la instauración definitiva del Reino de Paz, Amor y Alegría,
Miguel.
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