29 de noviembre de 2012
Jueves de la Trigésima Cuarta
Semana Durante el Año
Lecturas:
Apocalipsis 18,
1-2. 21-23; 19, 1-3. 9 / Salmo 99, 1-5 Felices los que han sido invitados al
banquete de bodas del Cordero.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 21, 20-28
Jesús dijo a sus discípulos:
«Cuando vean a Jerusalén sitiada por los
ejércitos, sepan que su ruina está próxima. Los que estén en Judea, que se
refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad, que se alejen; y
los que estén en los campos, que no vuelvan a ella. Porque serán días de
escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse.
¡Ay de las que estén embarazadas o tengan
niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira
de Dios pesará sobre este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados
cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos,
hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento.
Habrá señales en el sol, en la luna y en las
estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el
rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo
por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán.
Entonces se verá al Hijo del hombre venir
sobre una nube, lleno de poder y de gloria.
Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo
y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
La descripción que hace Jesús es para
terminar aterrados. Y, sin embargo, termina diciendo: «Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza,
porque está por llegarles la liberación». Para eso se requiere fe. Confiar
en su Palabra, porque se confía en Él.
Como los primeros cristianos que se
preguntaban por qué, si el Señor había vencido hasta a la Muerte, lo peor que
podría haber, aún debían sufrir persecución. Entonces, con imágenes se les dice
que «un Ángel poderoso tomó una piedra
del tamaño de una rueda de molino y la arrojó al mar, diciendo: “Así, de golpe,
será arrojada Babilonia, la gran Ciudad, y nunca más se la verá”» (1L).
De esa manera, se les anunciaba que el Mal, representado por el Imperio
opresor, no tiene la última palabras, sino el poder de Dios.
Es que no tendría sentido que, motivado por
su amor a la humanidad, entregara «a su Hijo único para que todo el que cree en
él no muera, sino que tenga Vida eterna» (Jn 3,16) y después dejar que
seamos destruidos por la Bestia que corrompe su Creación. Jesús nos enseñó a
verlo como Padre y un Padre no se comporta así.
«¡Qué
bueno es el Señor! Su misericordia permanece para siempre, y su fidelidad por
todas las generaciones» (Sal)
Que nuestras
obras alaben al Rey de Paz, Amor y Alegría,
Miguel.
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