19 de noviembre de 2012
Lunes de la Trigésima Tercera
Semana Durante el Año
Lecturas:
Apocalipsis 1, 1-6.
10-11; 2, 1-5 / Salmo 1, 1-4. 6 Al vencedor, le daré de comer del árbol de la vida.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 18, 35-43
Cuando se acercaba a Jericó, un ciego estaba
sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba mucha gente,
preguntó qué sucedía. Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret. El ciego se
puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» Los que iban
delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo
de David, ten compasión de mí!»
Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran.
Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?»
«Señor, que yo vea otra vez.»
Y Jesús le dijo: «Recupera la vista, tu fe te
ha salvado.» En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús,
glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios.
Palabra del Señor.
MEDITACION
El ciego de Jericó es un símbolo del
hombre que es feliz porque «no sigue el
consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se
sienta en la reunión de los impíos, sino que se complace en la ley del Señor»
(Sal). Porque, pese a que «lo reprendían para que se callara, […] él gritaba más
fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”»,
confiando en que Jesús es «el Testigo
fiel, el Primero que resucitó de entre los muertos, el Rey de los reyes de la
tierra» (1L).
Inmediatamente antes de este episodio,
Lucas cuenta que «Jesús llevó aparte a los Doce y les dijo: "Ahora subimos
a Jerusalén, donde se cumplirá todo lo que anunciaron los profetas sobre el
Hijo del hombre. Será entregado a los paganos, se burlarán de él, lo
insultarán, lo escupirán y, después de azotarlo, lo matarán. Pero al tercer día
resucitará". Ellos no comprendieron nada de todo esto; les resultaba
oscuro y no captaban el sentido de estas palabras.»
También nosotros somos como ciegos al borde
del camino. Igual que los apóstoles, no vemos claro... Necesitamos del Señor
unos “ojos nuevos” para lograr entender qué significa esa “subida a Jerusalén”:
significa entrega generosa hasta el fin y llamado a entregar nosotros también
la vida de la misma forma.
Señor, ilumina nuestro camino y nuestro
corazón, ayúdanos a ver como lo haces Tú, poniendo en primer lugar el Reino y
su justicia, por amor al Padre y a los hermanos. Así sea.
Preparándonos
para la instauración definitiva del Reino de Paz, Amor y Alegría,
Miguel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario