26 de junio de 2012
Martes de la Duodécima Semana
Durante el Año
Lecturas de
hoy:
lI Reyes
19, 9-11. 14-21. 31-36 / Salmo 47, 2-4.10-11 Dios afianzó para siempre su Ciudad.
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 7,
6. 12-14
Jesús dijo a sus discípulos:
No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus
perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra
ustedes para destrozarlos.
Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo
por ellos: en esto consiste la Ley
y los Profetas.
Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y
espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por
allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo
encuentran.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Así como ayer destacábamos
que se contrapone a la idea del Dios bueno que nos reveló su Hijo (cf. Mc 10,18), achacarle los sucesos negativos que nos ocurren, sí es correcto ver
que « todo
lo que es bueno y perfecto es un don de lo alto y desciende del Padre » (Sant 1,17; cf. Mt
7,9-11), por lo que es mucho más
atinado creer que Él está en nuestros triunfos (1L), reconociendo que « el Señor es grande y digno de alabanza » (Sal).
Claro que la bondad de Dios
se manifiesta de muchas maneras y se refleja en muchas cosas, pero a quien
duda, su vida sólo la ilumina el ver las buenas obras de sus hijos: nosotros (cf. Mt 5,16). Porque no es habitual encontrar personas –cristianos y no cristianos-
que entren por la puerta estrecha (es decir, incómoda) del servicio, dando (sacrificando) de la propia vida (el
cansancio, los bienes propios, el tiempo), es decir “todo lo que desearíamos
que los demás hagan por nosotros”. Así se descubre a Dios actuando en lo
concreto de nuestro mundo.
Señor, danos la sabiduría
necesaria para encontrar y elegir la puerta y el camino estrechos que llevan a la Vida buena para nuestros
hermanos necesitados de paz, amor y alegría, dándoles la perla preciosa de
nuestra entrega a imagen y semejanza de la tuya, apoyados en ti y como
respuesta al amor con que nos has amado. Amén.
Como Juan,
precursores del Señor de la Paz,
el Amor y la Alegría,
Miguel.
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