En este 22° Domingo durante el año litúrgico, celebramos la liturgia presidida por el ministro José.
En su comentario del evangelio (Mateo 16,21-27) indicó que éste marca exactamente el camino de la vida, la que nadie (ni Jesús) dijo que iba a ser fácil. Como hemos visto, a Pedro le costaba comprenderlo, por lo que es normal que nos ocurra a nosotros. Por eso, para encontrar el camino, hay que buscarlo en la biblia, la que es conveniente abrirla, pero más aún abrir el corazón a la palabra que el Señor nos dirige a través de ella.
Entonces, recalcó, Jesús no dice que seguirlo sea fácil: hay que perder la vida, como forma de llegar a la salvación, a través de la cruz. Cada uno tiene la suya, pero ninguno carga con una más pesada de lo que sea capaz de llevar. Lo importante es que Él mismo nos ayuda a cargarla.
Hemos aprendido de los grandes santos que se encuentra la verdadera felicidad perdiendo la vida, después de la muerte, encontrándonos con el Señor. Y eso se logra no sólo rezando, sino efectuando buenas obras, lo que significa ir donde el necesitado, pero hay que comenzar por el propio hogar, para que no ocurra que seamos buenos con otros o sepamos decir bellas cosas, pero ser un ogro en el hogar con la propia familia.
Concluyó indicando que hay que preocuparse por el prójimo, porque no nos salvaremos solos, sino juntos, sumados al Señor.
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.