26 de diciembre de 2012
San Esteban primer mártir
Lecturas:
Hechos 6,
8-10; 7, 54-60 / Salmo 30, 3-4. 6-8. 16-17 Señor, yo pongo mi vida en tus manos.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 10, 17-22
Jesús dijo a sus apóstoles:
Cuídense de los hombres, porque los
entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí,
serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos
y de los paganos.
Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo
van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese
momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su
Padre hablará en ustedes.
El hermano entregará a su hermano para que
sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus
padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre,
pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Dejando atrás recién el ambiente de
regalos, villancicos, buenos deseos y otras manifestaciones que producen el
buen efecto de alegrar el alma, es necesario prevenir contra otro que sería indeseable:
creer que para ser cristianos hay que vivir en una especie de Navidad
permanente. Y, por cierto, no es así.
Si algo debemos concluir del hecho de
que «la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jun 1,14) es que no fue algún tipo de viaje turístico del Señor, sino una forma de
identificarse plenamente con nuestra humanidad, un hacerse «Emanuel, que
traducido significa: “Dios con nosotros”» (Mt 1,23), o uno de nosotros, o
uno como nosotros…
Es un poderoso misterio que Dios
Todopoderoso, voluntariamente, accediese a adquirir un “talón de Aquiles”, al hacerse
mortal. Es que, como también recordábamos ayer, Dios se había dirigido a
nosotros «por medio de los Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras»
y, como eso no le bastó a nuestro corazón endurecido para convertirse, «en este
tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo» (Hb 1,1-2). Nos habló, se entiende en todo lo relacionado con Él, no sólo con
palabras, sino con su ejemplo.
Su palabra dijo «Ustedes
serán odiados por todos a causa de mi Nombre». Y eso vivió Esteban (1L), pero antes, como sabemos bien, lo vivió Él mismo. Y así, el Señor,
Esteban y todo otro mártir (=testigo) suyo después puede decir: «Yo pongo mi vida en tus manos: tú me
rescatarás, Señor, Dios fiel. Confío en el Señor. ¡Tu amor será mi gozo y mi
alegría!» (Sal).
Danos fidelidad, Señor, para aceptar
valiente y alegremente con el corazón en paz, las consecuencias menos
gratificantes de hacernos testigos de tu Palabra. Así sea.
Expectantes
ante la llegada del Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.
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