Este domingo 30° del año litúrgico lo celebramos presididos por el Diácono Claudio de la Fuente.
Durante su homilía nos recordó que fue ordenado Diácono Permanente de la Iglesia el reciente 8 de Octubre y que este ministerio lo ejercen hombres en su mayoría casados y con familia para servir el altar, la palabra y la caridad y se distinguen por usar la estola cruzada en el pecho. Pero insistió en que no pretendía sentirse superior a los ministros de la comunión y la palabra de cada comunidad, sino servir inserto en la realidad de padre, esposo y trabajador con la ayuda de Dios y la oración de la comunidad.
En segundo lugar y en el contexto del Domingo Universal de las Misiones, hizo un reconocimiento a los sacerdotes que asisten a las comunidades de nuestra Parroquia, ya que pertenecen a una congregación misionera. Luego comentó que en estas ocasiones se suele hablar de África, por ejemplo, pero en todos los lugares es necesaria la Palabra y a nosotros, los católicos, nos cuesta andar con la Biblia , por ejemplo, con lo que no damos la oportunidad de hacerla llegar a ellos. Nos llamó la atención acerca del momento final de cada celebración litúrgica, el que es un envío a hacer que lo que se ha escuchado en ella; no es para guardarlo para cada uno, sino para hacerlo llegar a los demás. Entonces, hoy es el día de las misiones, pero siempre estamos llamados a llevar la Palabra adonde estemos.
Finalmente, en el Evangelio (Mateo 22,34-40) vimos quea Jesús se le pone a prueba al pedírsele que indique cuál es el mandamiento más importante de la inmensa cantidad que tenían en su época, a lo que él responde que en el fondo sólo hay un mandamiento: el amor, palabra tan corta, pero que implica tanto, recalcó. El hermano diácono nos propuso una imagen en que el amor a Dios es vertical, porque lo miramos hacia arriba; y el amor al prójimo (a todos –explicitó- incluyendo los más cercanos como la propia familia y también nuestros vecinos y compañeros de trabajo) es horizontal. De esa manera formamos una cruz, la que está unida en el centro, como estos dos mandamientos no están cada uno por su lado, sino unidos. Concluyó diciendo que es fácil decir que se ama a Dios, pero hay que demostrarlo amando a los demás.
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.
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