Hoy, nuestra Liturgia fue presidida por el Ministro José Irigoyen (Pepe).
En su comentario de las lecturas bíblicas, comenzó preguntando ¿por qué comienza nuestro año litúrgico “desfasado” del año civil? Y respondió que es debido a que nuestra Iglesia comienza su año con el Adviento, que es un tiempo de espera del nacimiento de Jesús: un tiempo tan fuerte, pero distinto al de Cuaresma, ya que, como sabemos, Adviento también es una espera, pero alegre.
Nos recordó que el último profeta que anuncia la llegada del Señor es Juan Bautista., quien predica en el desierto, porque desde ahí las palabras resuenan. Y la gente acudía a escucharlo, sin embargo, él aclaraba que el que debía venir, el Salvador, era otro, a quien no merecía siquiera desatar sus sandalias.
Como Juan bautizaba, el ministro aprovechó de recordarnos la catequesis bautismal, poniendo énfasis en que éste es el medio de ingresar a la Iglesia.
A continuación, asoció el bautismo de fuego que anuncia Juan con el del Espíritu Santo, manifestado en la Confirmación , recordando que el día de ayer un gran número de jóvenes de nuestra comunidad recibieron ese sacramento.
Siguió vinculando temas al mencionar que estamos cerrando el Mes de María, diciéndonos que ella es la compañera de Jesús desde antes que él fuera (al engendrarlo en la Anunciación ) hasta el momento de la cruz, a cuyos pies se encontraba y en el que el Señor nos la entregó como Madre de todos.
Por último, el Ministro nos exhortó a perseverar en la fe, que es un don de Dios, pero debemos cultivarlo, principalmente escuchando la Palabra de Dios (en las Escrituras) y, lo más importante: haciendo vida esa Palabra.
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.
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