Hoy, Solemnidad de la Asunción de la Virgen, presidió nuestra celebración el ministro José Irigoyen.
En su comentario al Evangelio (Lucas 1, 39-56, La Visitación de María a Isabel), nos hizo recordar que María era una adolescente, que apenas comprendía lo que le informaba el ángel en la Anunciación. Es decir, era una mujer como cualquier otra.
Lo importante es cómo actuó: después de aceptar el encargo del Señor, parte sin demora a auxiliar a su prima embarazada, el niño en el vientre de Isabel salta de gozo con su saludo.
María está presente en la vida del Señor desde la concepción hasta la muerte y más allá, pero calladita, casi sin aparecer en los evangelios: la encontramos en el primer milagro realizado por el Señor, el que se realiza por su intermediación hasta estar entre los pocos que se mantuvieron a los pies de la cruz. Y también sigue acompañando a la Primera Comunidad después de la Resurrección.
Por todo ello, es elegida para ser asumpta (subida) al Cielo.
Con eso, una como nosotros está junto a Dios, lo que da motivos para esperar que así también sucederá con todos quienes creemos.
Gloria a Ti, Señor Jesús.
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