Pertenecemos a la Parroquia Santo Cura de Ars, atendida pastoralmente por la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos).

Nos ubicas en Pirámide 565, paradero 11 ½ de Santa Rosa. Comuna de San Miguel, Santiago de Chile.
Nuestras actividades se despliegan durante la semana; nuestra celebración dominical es a las 10:15. Bienvenid@s.





ATENCIÓN

A contar del 1 de Enero de 2013 las Meditaciones diarias del evangelio se encuentran en: http://pazamoryalegria.blogspot.com/

jueves, 22 de noviembre de 2012

¿Sabemos reconocer el tiempo en que somos visitados por Dios?



22 de noviembre de 2012
Jueves de la Trigésima Tercera Semana Durante el Año

Lecturas:
Apocalipsis 5, 1-10 / Salmo 149, 1-6. 9 Has hecho de nosotros un Reino sacerdotal para nuestro Dios.

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     19, 41-44
Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: «¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos.
Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios.»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Ayer meditábamos acerca de la gloria divina de Jesús; hoy, la lectura del evangelio nos vuelve a recordar que esta moneda tiene dos caras profundamente unidas. Y esta segunda imagen del mismo Señor es su absoluta y esencial humanidad.
Como sabemos, por sus propias palabras -«el Padre y yo somos una sola cosa» (Jn 10,30)- , Él es completamente Dios, y, sin embargo, se hizo a la vez completamente humano (sólo Dios puede hacer algo así, «porque no hay nada imposible para Dios» (Lc 1,37)).
Pues bien, en su faceta terrenal vivió las condiciones que cada uno de nosotros conoce, pero desde la función del servidor, como una forma potente de demostrar que «el Señor tiene predilección por su pueblo y corona con el triunfo a los humildes» (Sal). Triunfo  que se certifica en el sacrificio de la propia existencia, debido a que «por medio de tu Sangre, has rescatado para Dios a hombres de todas las familias, lenguas, pueblos y naciones» (1L). Sin embargo, un dolor lo aqueja: «no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios»…
¿Será así en tu caso?

Con tu paso por nuestros caminos, por medio de tu ejemplo y siendo constantemente motivados por ti, «has hecho de nosotros un Reino sacerdotal para nuestro Dios», convirtiéndonos en puentes entre los hombres y el Padre. Por esa confianza infinita en nosotros, gracias, Señor; por los errores que cometemos en esa misión, perdón, Señor; para que seamos capaces de esto, concédenos lo que nos falta, Señor.

Preparándonos para la instauración definitiva del Reino de Paz, Amor y Alegría,
Miguel.

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