13 de marzo de 2012
Martes de la Tercera Semana de
Cuaresma
Lecturas de
hoy:
Daniel 3, 25.34-43 / Salmo 24, 4-5a. 6-9 ¡Acuérdate, Señor, de tu ternura!
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 18,
21-35
Se adelantó Pedro y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tendré
que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino
hasta setenta veces siete.
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso
arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a
uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera
vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la
deuda.
El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor,
dame un plazo y te pagaré todo."
El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la
deuda.
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que
le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo:
"Págame lo que me debes."
El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: "Dame un
plazo y te pagaré la deuda."
Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta
que pagara lo que debía.
Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se
apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo:
"¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú
tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?"
E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos
hasta que pagara todo lo que debía.
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no
perdonan de corazón a sus hermanos.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Más de alguien debe
haber hecho inútilmente el ejercicio matemático… por si Dios lleva esa cuenta,
sin tomar en consideración que lo que ha enseñado Jesús es que Él se guía no
por la cantidad sino por la calidad de la intención.
Para que no quede
duda, el Señor cuenta esta parábola en que, si tenemos el corazón purificado
por la Cuaresma,
podremos identificar rápidamente al rey con el Padre Dios y a nosotros con el
primer servidor. Siempre pedimos más para nosotros que lo que estamos
dispuestos a dar a otros…
Con honestidad
avergonzada por haber sido descubiertos, usemos palabras de la primera lectura
y el Salmo para orar:
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de
tu amor, porque son eternos. Que nuestro corazón contrito y nuestro espíritu
humillado nos hagan aceptables como los holocaustos de carneros y de toros.
Trátanos según tu benignidad y la abundancia de tu misericordia. Líbranos
conforme a tus obras maravillosas, y da gloria a tu Nombre, Señor. Amén.
Paz, Amor y
Alegría para tu día y tu vida.
Miguel.
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