12 de marzo de 2012
Lunes de la Tercera Semana de
Cuaresma
Lecturas de
hoy:
II Rey 5, 1-15 / Salmo 41, 2-3; 42, 3-4 ¡Mi alma tiene sed del Dios viviente!
EVANGELIO
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 4,
24-30
Cuando Jesús llegó a Nazaret, dijo a la multitud en la
sinagoga:
«Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su
tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías,
cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre
azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a
una viuda de Sarepta, en el país de Sidón.
También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del
profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio.»
Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga
se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un
lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención
de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.
Palabra del Señor.
MEDITACION
“Que él venga a mí y sabrá que hay un
profeta en Israel” envía a decir Eliseo en la primera lectura a Naamán, el sirio (es decir
para los oyentes de Jesús: el pagano) a quien Dios sanará de su terrible
enfermedad si confía en Él y su enviado.
Con mucha propiedad,
Jesús podría decir a la gente de su tiempo lo mismo, pero ellos –y muy
significamente en la sinagoga, el lugar de culto- se cierran a todas las
señales que el Hijo de Dios habría de hacer en medio de su pueblo. Profetiza
además el Señor que quienes se beneficien de esos signos pueden ser quienes no
pertenezcan necesariamente a la religión judía.
Buena noticia para
nosotros, pero bastante avanzada la
Cuaresma, es importante sentirse advertidos, para que no nos
suceda algo semejante, porque solemos creer que estamos en la religión correcta,
pero nuestras actitudes no denotan que “nuestra alma tiene sed” del Señor, como
canta el Salmo.
No vaya a ser que se
busque otro pueblo que lo acepte, demostrando –ellos sí- en sus frutos que, sin
importar lo que digan creer, hacen vida lo que Él enseña…
Envíanos tu luz y tu
verdad, Señor: que ellas nos encaminen y nos guíen hasta el lugar donde habitas:
mi hermano necesitado. Y llegaremos al altar del Dios que es la alegría de nuestra
vida. Así sea.
Paz, Amor y
Alegría para tu día y tu vida.
Miguel.
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