Pertenecemos a la Parroquia Santo Cura de Ars, atendida pastoralmente por la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos).

Nos ubicas en Pirámide 565, paradero 11 ½ de Santa Rosa. Comuna de San Miguel, Santiago de Chile.
Nuestras actividades se despliegan durante la semana; nuestra celebración dominical es a las 10:15. Bienvenid@s.





ATENCIÓN

A contar del 1 de Enero de 2013 las Meditaciones diarias del evangelio se encuentran en: http://pazamoryalegria.blogspot.com/

domingo, 11 de marzo de 2012

Agradecer la sabiduría y la locura divinas


11 de marzo de 2012
Tercer Domingo de Cuaresma

Lecturas de hoy:
Éxodo 20, 1-17 / Salmo 18, 8-11 Señor, Tú tienes palabras de Vida eterna. / I Corintios 1, 22-25

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     2, 13-25
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: «Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio.»
Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá. Entonces los judíos le preguntaron: «¿Qué signo nos das para obrar así?»
Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar.»
Los judíos le dijeron: «Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y Tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero Él se refería al templo de su cuerpo.
Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.
Mientras estaba en Jerusalén, durante la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su Nombre al ver los signos que realizaba. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que lo informaran acerca de nadie: Él sabía lo que hay en el interior del hombre.
Palabra del Señor.

MEDITACION
Recordemos que Jesús sintetizó la amplia gama de leyes provenientes de los Mandamientos que hoy nos trae la primera lectura de la liturgia en sólo dos: amar a Dios y al prójimo haciendo depender de ellos toda la Biblia (cf. Mt 22, 34-40).
Y, como sabemos, el Señor “Cuando decía “sí”, era sí, y cuando decía “no”, era no” (cf. Mt 5, 36), porque “hablaba como quien tiene autoridad” (Mt 7, 28) y, por eso Pedro, afirmó que tenía “palabras de vida eterna” (Jn 6, 68): era coherencia y consecuencia pura.
Y en este evangelio podemos ver cómo toda la primera parte de los mandamientos (que nos recuerdan la primera lectura), que responden al amor (respeto) a Dios, en el relato de hoy, se manifiesta en la actitud de Jesús, látigo en mano, para purificar el templo, reflejando el “celo” por la casa del Padre, a la que estaban deshonrando por transformarla en una mera “casa de comercio”.
El mandamiento “semejante”, según enseña el mismo Hijo de Dios, el del amor al prójimo, detallado en la segunda parte de los mandamientos: “No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás la casa de tu prójimo… etc.”, podría resumirse en “no dañarás a tu prójimo” y tiene su aplicación en el evangelio con el anuncio velado para sus auditores, pero explicado por el evangelista para sus lectores: ese cuerpo mortal que portaba Jesús, y que es el mismo nuestro, no sufrirá el daño eterno, sino que resucitará. En otro momento Pablo dirá que “nosotros sabemos que aquel que resucitó al Señor Jesús nos resucitará con él” (2 Cor 4, 14); “él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin”(Jn 13, 1), porque “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15, 9). Máxima muestra de amor y respeto por su prójimo humano.
Esto no lo pueden entender ni aceptar judíos ni griegos, dice Pablo; no lo entenderán los religiosos ni los científicos fundamentalistas. Sólo lo acepta el corazón dispuesto a descubrir la locura de amor de Dios y su debilidad por nuestra humanidad.
Tus preceptos, Señor son rectos y alegran el corazón; tus mandamientos son claros, e
iluminan los ojos. Tú sabes bien lo que hay en nuestro corazón: deseo de contagiarnos con tu palabra sabia y tu locura enamorada.

Paz, Amor y Alegría para tu día y tu vida.
Miguel.

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