16 de marzo de 2012
Viernes de la Tercera Semana de Cuaresma
Lecturas de hoy:
Oseas 14, 2-10 / Salmo 80, 6c-11ab. 14. 17 ¡Ojalá escuchemos la voz del Señor!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 12, 28b-34
Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?».
Jesús respondió: «El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que éstos.»
El escriba le dijo: «Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios.»
Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: «Tú no estás lejos del Reino de Dios.»
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Este texto lo hemos leído en bastantes ocasiones, pero hoy lo meditamos en el contexto de nuestro camino cuaresmal. Tengamos, entonces, como “música ambiental” las palabras de Oseas en la primera lectura: “Borra todas las faltas, acepta lo que hay de bueno, y te ofreceremos el fruto de nuestros labios”.
Lo hemos señalado en otro momento: Su Santidad, en el mensaje introductorio a la Cuaresma de este año, calificó a la caridad o el amor como “el centro de la vida cristiana”. Por otro lado, recordemos las palabras de Pablo, “si no tengo amor, no soy nada” (1 Cor 13, 2). También señala el profeta “Los caminos del Señor son rectos: por ellos caminarán los justos, pero los rebeldes tropezarán en ellos”. Nosotros sabemos que los caminos del Señor son y conducen al amor.
Con ese trasfondo preguntémonos: ¿qué faltas al amor (a Dios y a mis hermanos) debo reprocharme? ¿qué debo hacer al respecto?
Señor, junto al salmista oímos tu voz que dice: “Yo quité el peso de tus espaldas y tus manos quedaron libres de la carga. Clamaste en la aflicción, y te salvé” , porque en la aflicción, borrando nuestras faltas y aceptando lo bueno que hay en nosotros, nos quitas la carga y nos regalas la capacidad de amar y, así, nos acercas al Reino de Dios. Gracias, Señor.
Paz, Amor y Alegría para tu día y tu vida.
Miguel.
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