17 de marzo de 2012
Sábado de la Tercera Semana de Cuaresma
Lecturas de hoy:
Oseas 6, 1-6 / Salmo 50, 3-4. 18-21ab El Señor quiere amor y no sacrificios.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 18, 9-14
Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola:
«Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: "Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas."
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!."
Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Es fácil apuntar acusadoramente al fariseo de la parábola, después de que Jesús lo presenta así. Pero la Palabra no existe para el pasado, sino para el presente, para nuestro presente, para tu presente.
¿No es verdad que a menudo caemos en la tentación de “cobrarle” a Dios nuestras buenas acciones o de enarbolar nuestro curriculum religioso?: “Yo toda mi vida he rezado el rosario”, “voy a Misa todos los domingo”, “hago mandas”, “soy devoto/a de la Virgen de… o de tal o cual santo”, “hago donaciones en…”, etc. El trasfondo de esta enumeración de “méritos” es: “ahora, Señor, págame como merezco”.
Nos dice Oseas: “Esforcémonos por conocer al Señor. Porque yo quiero amor y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos”. Una y otra vez, durante nuestra vida y esta Cuaresma, la voz del Señor es “muéstrame tu amor, no como merecimiento, sino como respuesta a cuánto te he amado”.
Oremos, entonces, con el salmista: “¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! Los sacrificios no te satisfacen; si ofrezco un holocausto, no lo aceptas: mi sacrificio es un espíritu contrito, tú no desprecias el corazón contrito y humillado”
Paz, Amor y Alegría para tu día y tu vida.
Miguel.
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